07 Jun
Redacción: Fabiola González
Fotografías: Jesús Adán Rincón
Integrante de la primera promoción de Los Robles, Javier Rodríguez Arjona recuerda,con la amplia sonrisa que lo caracteriza desde muy joven, el momento en el que todos sus compañeros de clase lo eligieron, a una sola voz, para dar el discurso de la primera graduacióndel Liceo Los Robles.
Durante sus estudios en leyes en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), se hizo parte de la prelatura que fundara San Josemaría. Más adelante, trabajó como abogado e inicióunaespecialización enciencias penales en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Dirigió el Centro Cultural y Universitario Monteávila de Caracas, y luego pasó unos años en Europa, donde estudia el derecho de la Iglesia, se ordena como sacerdote y finalmente obtiene el doctorado en Derecho Canónico.
Actualmente, el padre Javier, como es conocido por todos en Los Robles, es el Capellán del Liceo, a la par de ejercer la Vicaría Judicial de la Arquidiócesis de Maracaibo. Además, de vez en cuando, escribe sobre temas espirituales y jurídico-canónicos.
Como egresado y ahora parte de Los Robles como sacerdote, ¿cómo ve la evolución del Liceo?
“Los Robles ha ido creciendo y consolidándose. La iniciativa de los colegios de AYSE viene de San Josemaría, quien promovió la idea entre padres de familia que buscaban impulsar centros de enseñanza de calidad y procurando cuidar la formación en valores cristianos. Mis papás, junto a otros matrimonios de Maracaibo, estuvieron involucrados en la génesis de Los Robles”.
“La idea es sembrar y fomentar el espíritu cristiano en la gente. San Josemaría enfatizaba la importancia que tiene alentar a los padresa formarse cristianamente, pues son los educadores primarios, originarios y auténticos de los hijos. Los colegiosvienen a complementar lo que se hace, o debería hacerse, en los hogares. Sien la familia se viven valores cristianos, la formación de los hijos será mucho más enraizada. Después vienen los profesores, los que enseñan y están en contacto directo con los alumnos.De ahí la importancia de su integridad de vida, para que enseñen con verdadera autoridad moral. Luego entra todo el cuerpo administrativo y obrero, con una importancia articuladaunos con otros. En tercer lugar están los alumnos, que son el elemento a ser formado; la razón de ser de toda escuela. Es toda una estructura, todo un ensamble”.
¿Cuál diría que es su función primordial en Los Robles?
“Como sacerdote, mi tarea es escucharlos a todos. Administrar el sacramento de la confesión a quienes lo pidan y celebrar la Misa. Que los muchachos sientan que pueden contar con uno en cualquier momento. Aconsejar, tanto en el Liceo como fuera, siempre. En un principio el Liceo se pensó para 500 alumnos; hoy en día se duplica esa matrícula, por lo que la atención del Capellán debe repartirse entre mucha más gente. Sin duda, necesitamos más sacerdotes”.
¿Cómo describiría su proceso personal de convertirse en sacerdote?
“Gracias a Dios mis padres fueron muy coherentes con su fe. Tuvieron un gran sentido de responsabilidad, fueron exigentes y cariñosos y tenían, ambos, muy buen humor. A ellos les debo gran parte de mi vocación. En mi casa somos 10 hermanos y se contaba con Dios y la Virgen. Además, en 1975 conocí a San Josemaríay fue alguien que me impactó mucho; era una persona de una simpatía arrolladora y un carisma increíble, uno se sentía querido por ese sacerdote. Cuando me gradué en Los Robles, fui a estudiar Derecho en la UCAB y viví durante esos años en una residencia del Opus Dei. Estandoen el tercer año de la carrera me hice de la Obra, y seguí estudiando. La idea del sacerdocio se hizo factible después. Yo describiría ese proceso como algo natural y sobrenatural al mismo tiempo; es “un don y un misterio”, como diría San Juan Pablo II. Recibí la Orden Sacerdotal el 15 de septiembre de 1994 en Roma”.
“Luego de mi ordenación sacerdotal, estuve un año ayudando en la Iglesia de La Tahona, en Caracas. Allí tuve la fortuna de compartir con dos sacerdotes excepcionales: el padre Roberto Salvat y el padre Antonio Torrella, quienes me ayudarony de los que aprendí muchísimo. Después me vine para Maracaibo, donde estoy desde 1996, con un paréntesis de dos años y medio en los que estuve de nuevo en Caracas y también en Barquisimeto, dondetrabajé como Capellán en el Colegio Las Fuentes”.
Abogado y sacerdote: ¿cómo se logran combinar dos profesiones que parecerían tan antagónicas?
“Aclaro que es un asunto de mentalidad, porque yo no ejerzo de abogado, aunque tengo mentalidad jurídica; lo que sí hago es vivir mi vocación sacerdotal”.
“Los estudios en Derecho Canónico me han habilitado para poder trabajar como vicario judicial de la Arquidiócesis de Maracaibo, ayudando al arzobispo en la reorganización del Tribunal Eclesiástico, que es el otro oficio con el que comparto mi trabajo en el Liceo”.
Tiene también un papel importante como escritor, ¿qué lo impulsó a comenzar a escribir?
“No exageremos, no tengo ninguna importancia.Sencillamente a final de los años ‘90, por sugerencia del padre Altimari, empecé a escribir La vida de Jesús para los niños. Después, la estructuré en función de los misterios del Rosario y se publicó por primera vez en Barquisimeto, en 2003. Fruto de las charlas que predico para estudiantes los sábados,salió Ven y Verás, en el 2005, que es una especie de introducción básica a la vida cristiana para jóvenes universitarios. Como fruto de las meditaciones que he predicado en Navidad,se editó Recostado en el Pesebre, en el 2007, y están a punto de reeditarse”.
“En 1999 había publicado El Hombre y la Comunidad Política: Magisterio de Juan Pablo II, que es mi tesis doctoral en Derecho Canónico. Además ahora, desde hace meses, estoy trabajando,en colaboración con un abogado en Caracas, en una publicación que tratará sobre el juicio de nulidad del matrimonio católico. Este texto será netamente jurídico, más específico de mi trabajo en la Vicaría Judicial”.
¿Algún recuerdo de sus años de estudiante?
“Recuerdo queéramos un grupo pequeño pero bastante unido. También me vienen a la cabeza los juegos en el patio, dos para dos, con una pelota de voleibol. El juego lollamábamos bolita, jugábamos eso mucho en los recreos, incluso después de almorzar…¡y con este sol! El Oratorio no existía y la Misa era en un salón de clases habilitado como Capilla. El campo de fútbol era de tierra y los árboles ahora están más grandes. La imagen de la Virgen de Los Robles ha sido siempre la misma, solo que ahora está dentro del Oratorio”.